

Primera aparición
La primera aparición de la Virgen de la Medalla Milagrosa a Santa Catalina Labouré, ocurrió entre la noche del 18 al 19 de julio de 1830, en la víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl. Santa Catalina nos cuenta:
Llegó la fiesta de San Vicente. En la víspera, después de la instrucción recibida sobre la devoción a la Santísima Virgen, me acosté con el pensamiento de que esa misma noche, vería a mi buena Madre. ¡Hacia tanto tiempo que deseaba verla! Por fin me dormí, con ese pensamiento. Como nos habían distribuido un trozo del roquete de San Vicente, corte la mitad y me lo tragué, durmiéndome con la convicción de que San Vicente me obtendría la gracia de ver a la Santísima Virgen.
Hacia las 11:30 de la noche sentí pronunciar mi nombre: ‘¡Sor Labouré, Sor Labouré!’ me desperté y vi a un niño vestido de blanco, de 4 ó 5 años, que me dijo: ‘Levántate enseguida y ve a la capilla ¡La Virgen te espera!’.
Al llegar a la capilla escuché como un rumor, como el roce de un vestido de seda, que salía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José, y vi a la Santísima Virgen sentarse en un sillón, levanté los ojos hacía el rostro de la Virgen Santísima…. Aquél fue el momento más dulce de mi vida.

Hacia las 11:30 de la noche sentí pronunciar mi nombre: ‘¡Sor Labouré, Sor Labouré!’ me desperté y vi a un niño vestido de blanco, de 4 ó 5 años, que me dijo: ‘Levántate enseguida y ve a la capilla ¡La Virgen te espera!’.
Al llegar a la capilla escuché como un rumor, como el roce de un vestido de seda, que salía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José, y vi a la Santísima Virgen sentarse en un sillón, levanté los ojos hacía el rostro de la Virgen Santísima…. Aquél fue el momento más dulce de mi vida.
La Virgen dijo: ‘Hija mía, el buen Dios quiere confiarte una misión. Deberás sufrir mucho, pero todo lo soportarás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Los tiempos actuales son muy tristes: sobre Francia se abatirán desgracias, el trono será derribado… pero vengan al pie de este altar: aquí se derramarán gracias a todas las personas que las pidan con confianza y fervor, se derramarán sobre grandes y pequeños… Yo misma estaré con ustedes les concederé muchas gracias… Llegará un momento en que el peligro será grande, pero estaré con Ustedes, tengan confianza’.
Segunda aparición
La segunda aparición, escribe Santa Catalina Labouré: «El 27 de noviembre de 1830 me pareció oír un ruido como el roce de un vestido de seda, que venía de la tribuna. Al mirar hacia ese lugar, vi a la Santísima Virgen a la altura del cuadro de San José. Ella, estaba de pie, vestida de seda blanca aurora, mangas lisas, y con un velo blanco que le bajaba hasta el suelo; bajo el velo vi sus cabellos partidos a la mitad y encima un encaje, sin pliegues, puesto ligeramente sobre el cabello; los pies apoyados sobre una esfera.
Tenía en las manos una bola que asemejaba el globo terrestre; sus manos levantadas a la altura del pecho, de manera muy natural; los ojos dirigidos hacia el cielo… aquí el rostro era de mayor belleza, no podría describirlo… Enseguida vi en sus dedos anillos adornados con piedras preciosas, unas más hermosas que otras, unas más grandes y otras más pequeñas, que arrojaban rayos más hermosos unos que otros…
En el momento que estaba contemplándola, la Santísima Virgen bajo los ojos y me miró. Dejó oír una voz que me dijo estas palabras: ‘Esta esfera representa al mundo entero, especialmente Francia… y cada individuo en particular… Los rayos tan bellos son el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me las piden. Las piedras que no despiden rayos son símbolo de las gracias que se olvidan pedirme’.
En ese momento se formó un óvalo alrededor de la Santa Virgen, donde estaban en lo alto estas palabras.
‘Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti’
escritas en letras de oro. Entonces escuché: ‘Haz acuñar una medalla igual a este modelo; todas las personas que la lleven con confianza, recibirán grandes gracias abundantes.
El cuadro pareció girar en ese instante y vi el reverso de la Medalla. En ella se encontraba la letra M y los dos corazones: el de Jesús y el de María. Uno circundado por una corona de espinas y el otro atravesado por una espada. Todo desapareció como algo que se extingue y quedé repleta de buenos sentimientos, de alegría y consolación’.»
Tercera aparición
En diciembre de 1830, durante la oración, a las cinco y media, Catalina escucha de nuevo un ruido como el roce de un vestido de seda, esta vez detrás del altar.
La Santísima Virgen se presenta cerca del tabernáculo, un poco para atrás; mandando a acuñar una medalla con las características mostradas en la segunda aparición; prometiendo muchas gracias a todos los que la lleven con devoción y amor. La Santísima Virgen hizo énfasis en los simbolismos de su aparición (el globo y los rayos luminosos).
Antes de finalizar esta manifestación, la Virgen dice a Santa Catalina: «Ya no me verás más». Después de esta aparición, se obtiene la aprobación del Arzobispo de París y se da inicio a la fabricación de la Medalla tal cual había aparecido en la visión. Y la medalla comenzó a extenderse prodigiosamente.
En 1834 el pueblo ya la había popularizado y ya la había bautizado como “la Milagrosa”, en virtud de los favores obtenidos de Dios por su medio.