Ilustración de la Virgen María

Oración a Santa María Loubré

Querida Santa Catalina Labouré, amiga y vidente de la Virgen Milagrosa: Dios se fijó en ti, humilde, sencilla y servidora de los pobres. Te preocupabas de agradarle a Dios en todo momento, sirviéndole con amor en las tareas domésticas de la casa donde viviste, ayudando a los pobres para que tengan algo para comer y cuidando de las cosas de Dios en el templo donde te gustaba estar siempre, con otros o a solas.

Pídele a la Virgen María, que se presentó delante de ti para dieras a conocer su mensaje por medio de la Medalla Milagrosa, que nos ayude a ser más fieles a Dios, sirviendo a los pobres, y viendo en ellos el rostro de Jesús.

Bendice a nuestra comunidad, que lleva tu nombre y que hoy le agradece a Dios por sus 60 años de existencia.

Amén.  


Oración de la familia Vicentina

Señor Jesús, Tú que quisiste hacerte pobre, haz que tengamos ojos y corazón para los pobres; y que te reconozcamos a Ti en ellos; en su sed, en su hambre, en su soledad, en su desventura.

Suscita en nuestra Familia Vicentina la unidad, la sencillez, la humildad y el fuego de la caridad que abrasó a San Vicente de Paúl. Danos fortaleza para que, fieles a la práctica de estas virtudes, podamos contemplarte y servirte en la persona de los pobres y un día unirnos a Ti y a ellos en tu Reino.

Amén.

Ilustración capilla hijas de la caridad en México

Ilustración San Vicente de Paul dando sermón

Oh Glorioso San Vicente

¡Oh glorioso San Vicente, celeste Patrón de todas las asociaciones de caridad y padre de todos los desgraciados, que durante vuestra vida jamás abandonasteis a ninguno de cuantos acudieron a Vos! Mirad la multitud de males que pesan sobre nosotros, y venid en nuestra ayuda; alcanzad del Señor socorro a los pobres, alivio a los enfermos, consuelo a los afligidos, protección a los desamparados, caridad a los ricos, conversión a los pecadores, celo a los sacerdotes, paz a la Iglesia, tranquilidad a las naciones, y a todos la salvación. Sí, experimenten todos los efectos de vuestra tierna compasión, y así, por vos socorridos en las miserias de esta vida, nos reunamos con vos en el cielo, donde no habrá ni tristeza, ni lágrimas, ni dolor, sino gozo, dicha, tranquilidad y beatitud eterna.

Amén.

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